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Desde el primer tiempo os enseñé a consagrarme el séptimo día. Si durante seis días el hombre se entregaba al cumplimiento de sus deberes humanos, justo era que cuando menos uno, lo dedicase al servicio de su Señor.
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No le pedí que me consagrara el primer día sino el último, para que en él descansara de sus labores y se entregara a la meditación, dando a su espíritu la ocasión de acercarse a su Padre para conversar son él a través de la oración. El día de descanso se instituyó para que el hombre, al olvidar aunque fuera por un momento la dura lucha terrestre, dejara que su conciencia le hablará, le recordara la ley, y se examinara a sí mismo, se arrepintiera de sus faltas y formara dentro de su corazón nobles propósitos de arrepentimiento.
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El sábado fue el día que anteriormente estaba dedicado al descanso, a la oración y al estudio de la ley, pero el pueblo al cumplir con la tradición, olvidó los sentimientos hacia la humanidad y los deberes espirituales que tenia para con sus semejantes. Los tiempos pasaron, la humanidad evolucionó espiritualmente y Jesús vino a enseñaros que aun en los días de reposo, debéis de practicar la caridad y todas las buenas obras.
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Jesús quiso deciros que un día estaba dedicado a la meditación y al reposo físico, pero debéis comprender que para el desempeño de la misión del espíritu, no puede señalarse día y hora.
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A pesar de haberos hablado el maestro con suma claridad, los hombres se distanciaron buscando cada cual el día que para ellos fuera el más propicio y así, mientras unos siguieron conservando el sábado como día dedicado al reposo, otros adoptaron el domingo para celebrar sus cultos.
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Hoy vengo a hablaros una vez más y mis enseñanzas os traen nuevos conocimientos; habéis vivido muchas experiencias y habéis evolucionado. Hoy no tiene importancia el día que dediquéis al descanso material, pero si la tiene el que sepáis que todos los días debéis caminar por la senda que yo os he trazado.
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Comprended que no existe hora señalada para que elevéis vuestra oración, porque todo tiempo es propicio para que oréis y practiquéis mi doctrina a favor de vuestros hermanos. Es el séptimo día, en el que reposáis de la fatiga de la semana, en que recogéis el fruto de vuestro trabajo y acumuláis fuerzas para proseguir en vuestro camino.
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TOMAD ESTE DÍA COMO LA REPRESENTACIÓN DE LA SÉPTIMA ETAPA DE VUESTRA EVOLUCIÓN, aquella en la que después de abrirse el último sello, reposaréis después de la extensa jornada. Si en vuestro reposo os ocupáis de analizar mi palabra, llegaréis a encontrar en su esencia una completa razón y una justicia infinita. Ahí me encontraréis esperándoos. Siempre esperando vuestra oración que es el lenguaje con el que me habláis de vuestras cuitas, de vuestro amor o me dais gracias.
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En el segundo tiempo dije a los fariseos, que se escandalizaban de que yo curase a los enfermos en día sábado: El señor es dueño del tiempo y no el tiempo de él; por lo tanto, puede hacer del tiempo lo que le plazca. ¿O no habéis leído en la ley, cómo lo sacerdotes en el templo trabajan el sábado y con todo eso no pecan? Pues yo os digo, que aquí está uno que es mayor que el templo. (Mateo 12:5)
Que si vosotros supieseis bien que significa, más quiero la misericordia que el sacrificio, jamás hubierais condenado a los inocentes, porque el hijo del hombre es dueño aun del sábado. (Mateo 12:7)
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