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11 Hijas amadas, que habéis venido a cumplir una delicada misión, Yo os invito a la oración, a la práctica de virtudes, a la paciencia y a la humildad. Cada una de vosotras lleva una cruz de sufrimientos, por la cual os perfeccionaréis. Sed pacientes en las penas y perseverantes en la lucha por vuestra elevación espiritual. Cumplid con vuestros deberes como hijas, como discípulas y después como compañeras del hombre.
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12 Soy la Madre que vela por el género humano y por todos los mundos. Mujeres: sed fuertes ante la tentación y el pecado; rechazad todo lo impuro, haced de vuestro hogar un templo donde deis culto a la paz, el amor y la fraternidad. Sólo aconsejad el bien, nunca deis lugar a la división. Vosotras sois colaboradoras en la Obra divina. Levantaos con la virtud como estandarte. Hablad siempre con prudencia e inspiración y vuestra voz será escuchada.
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13 Haced que vuestra obra crezca y los dones que hay en vosotras no se agotarán; cuanto más practiquéis, más abundantes serán. Cada semilla que sembréis, germinará; si no lo contempláis en este mundo, después en vuestro camino espiritual, el Maestro os mostrará los frutos de vuestro trabajo y cumplimiento en la Tierra.
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14 Y a vosotros, varones, representantes del Señor en la Tierra, que lleváis en vuestro corazón la fortaleza, el amor y la justicia, velad por el mundo, orad por los débiles e indefensos; cada uno de vosotros sed un apóstol de la verdad. Preparaos para que más tarde quedéis como predicadores entre la Humanidad.
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15 El mundo va a buscaros y a poner a prueba vuestros dones. Benditos sean los fuertes, los que vayan por el camino llenos de fe. Las lecciones del Maestro no han sido sólo para vosotros, ya que deberéis llevarlas mañana a vuestros hermanos, a aquéllos que están esperando el cumplimiento de las profecías. Llevaréis vuestra voz a los que duermen, pues se acerca la hora en que la humanidad despierte y sepa interpretar los acontecimientos de su vida presente y las pruebas que el Señor le está dando para que se levante y dé oído a la voz del Maestro, que lo invita para ser su seguidor, su discípulo.
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16 Vuestros actos serán el mejor testimonio; no siempre será menester hablar, bastará que los necesitados penetren en vuestro hogar para que sientan la influencia benéfica y la paz que reina en él. Id en busca de la humanidad que ha caído en profundos abismos, que ha sufrido por falta de ayuda. El brazo fuerte del Señor ha detenido a los hombres para que no caigan más y se levanten del abismo a recobrar lo que han perdido espiritualmente.
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17 Regocijaos, porque el Padre ha puesto su mirada en vosotros y os ha concedido grandes dones. Amad con todas las fuerzas de vuestro ser. Amad al Creador, servidle y El vendrá hasta vosotros para deciros: Levantad vuestra faz, sois mi hijo amado, mi discípulo.
El Tercer Testamento, http://14400.net
El Mensaje de María, La Ternura Divina
Versión Compendiada
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