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¡CUÁNTO HAY QUE VIVIENDO BAJO UN MISMO TECHO NO SE AMAN, Y AL NO AMARSE NO ESTÁN UNIDOS, ESTÁN DISTANTES ESPIRITUALMENTE¡ más no hacen pública su separación, por temor a un castigo divino o a las leyes humanas o al juicio de la sociedad y eso: NO ES MATRIMONIO, en esos seres no hay unión ni hay verdad. Sin embargo, visitan los hogares y los templos, van por los caminos y el mundo no los juzga porque saben ocultar su falta de amor. En cambio, ¡Cuantos que se aman tienen que esconderse, ocultando su unión y sufrimiento incomprensiones e injusticias!
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Si cada matrimonio pensara en que la unión definitiva de dos seres no es confirmada por ningún papel, ministro o juramento, sino por la afinidad espiritual de dos seres que comprenden su misión y deciden enfrentarla haciendo que donde había dos sólo existe uno, el mundo no vería tantos fracasos de parejas que no aman, que no se respetan, que no se miman, que no de ayudan.
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Ahora me encuentro nuevamente entre vosotros os pregunto: ¿QUÉ HABÉIS HECHO DEL MATRIMONIO? ¡Cuán pocos podrían contestar satisfactoriamente! Mi institución ha sido profanada; de aquella fuente de vida, brota muerte y dolor. Sobre la blancura de la hoja de esa ley, están las manchas y las huellas del hombre y de la mujer. El fruto que debería ser dulce es amargo, el cáliz que beben los hombres es de hiel.
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MUCHAS VECES AL ESTAR JUNTOS EN SU ALCOBA, SUS ESPÍRITUS VIVEN DISTANTES. Las atenciones y la ternura de otras ocasiones, han dado paso a las palabras violentas, a las frases hirientes y a los sentimientos exaltados. Lo más digno de la vida humana lo habéis hollado, por haber profanado el matrimonio. Y esa institución, no es mi voluntad que se desconozca o profane, a pesar de las tempestades que azotan y amenazan por doquier.
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Yo sé que en este tiempo, como nunca, existen problemas en el seno de los matrimonios, a los que sólo encuentran una solución: EL DISTANCIAMIENTO O LA SEPARACIÓN. No os sorprendáis que así os hable.
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Yo contemplo entre vosotros hogares destrozados, en los que habéis desatendido vuestros deberes y os habéis creado fuera de ellos nuevas obligaciones, sin importaros el dolor y el abandono de los vuestros. Ved por doquiera cuántos hogares destruidos, cuántas mujeres en el vicio y cuántos niños sin padre. ¿Cómo podrá existir en esos corazones la ternura y el amor? ¿No juzgáis que quien ha dado muerte a la felicidad de esos seres y ha destruido lo que era sagrado, es un criminal?
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He instituido desde el principio de los tiempos el hogar, formado por el varón y la mujer, y en él he derramado SABIDURÍA Y AMOR. He puesto sobre ambos una cruz, un destino perfecto. Las bases de ese hogar son el amor y la comprensión mutua. El ser humano fue dividido en dos partes, creándose así dos sexos: uno el hombre, otro la mujer; EN ÉL fuerza, inteligencia, majestad; EN ELLA ternura, gracia, belleza. EL simiente ELLA la tierra fecunda. ¡He ahí dos seres que sólo unidos podrán sentirse completos y felices, porque en su armonía formaran una sola carne, una sola voluntad y un solo ideal.
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Es grande la misión espiritual de la mujer, es delicado su corazón, su mente, su seno, todas sus fibras son delicadas. Sólo así puede ser capaz de desempeñar su misión tan alta y beber su cáliz tan amargo. Corporalmente son distintos el hombre y la mujer, pero espiritualmente son iguales. TODOS SON ESPÍRITUS QUE LUCHAN POR SU PERFECCIÓN.
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Yo he colocado a la mujer a la diestra del hombre para endulzar su existencia, para llenarla de encanto. Es el hombre en la vida de la mujer, escudo, guardián; porque en él he puesto la luz, mi ley, mi fuerza. Así os he unido en este mundo trazándoos el camino que debéis seguir.
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El amor sentido únicamente por la materia, es propio de los seres irracionales, porque carecen de la conciencia que ilumina la vida del ser humano. EL AMOR VERDADERO va más allá de los sentidos, porque es de naturaleza espiritual y la materia es pobre para poder manifestar la fuerza maravillosa que es el principio y el destino de toda vida. El amor humano es bendecido por mí CUANDO ESTÁ INSPIRADO POR EL ESPÍRITU.
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Desde la antigüedad se ha dicho que el hombre es la cabeza de la mujer; no por ello debe sentirse menospreciada, porque ahora le digo que ella es el corazón del hombre. He ahí porque he instruido y bendecido el matrimonio, porque en la unión de los seres, espiritualmente iguales pero corporalmente diferentes, se encuentra un reflejo del estado de perfección.
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He colocado a la mujer a la diestra del hombre para endulzar su existencia, para llenarla de encanto. En el hombre está la fuerza y debe usar siempre la comprensión. En la mujer, preparada con ternura y sensibilidad, anidan el amor y el sacrificio, ambos se complementan; de esa unión, de esa comunión de espíritus y cuerpos brotan la vida de un río inagotable, de esa semilla y de esa tierra fecunda surge la simiente que no tiene fin.
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Enaltezco al varón y el lugar de la mujer a la diestra de él, santifico el matrimonio y bendigo a la familia. De la dicha de ser Padre quise que el hombre participara, y así le hice padre de hombres para que forjase seres semejantes a él, en los que palpitaran los espíritus que yo enviara, y si en lo divino y en lo eterno existe el amor maternal, el amor de María la madre universal, quise que en la vida humana existiese un ser que la representara y ese ser es mujer. Esa dicha que el padre y la madre experimentan cuando han dado un hijo al mundo, es semejante a la que el creador experimentó cuando dio vida a sus hijos. A través de los tiempos, mi ley y mis revelaciones han hablado a la humanidad de lo sublime de esa misión.
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Cuando estuve en la tierra, gustaba de visitar a los matrimonios y las familias. Mi presencia en los hogares santificaba aquellas uniones y bendecía a sus frutos. Hablaba a la niñez, a la juventud y a los ancianos, hablaba al soltero y al padre de familia, a la doncella, a la esposa y a la madre, porque era necesario reconstruirlo todo.
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Especialmente les hablo a las doncellas, a las que mañana habrán de iluminar con su presencia la vida de un nuevo hogar; que sepan que el corazón de la esposa y el de la madre, son lámparas que iluminan ese santuario, así como el espíritu es quien ilumina el templo interior.
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Desde ahora disponeos para que vuestra vida nueva no os sorprenda; desde ahora id preparando la senda por la que habrán de caminar vuestros hijos. No está el hombre ligado a sus padres, porque para cumplir este destino, se aleja de ellos y queda en la senda de la lucha. Sus hijos también, cuando es llegado el tiempo de ir en busca de su destino, se alejarán y abandonarán el hogar paterno, y sólo quedará cerca del corazón del hombre la compañera de su vida, la mujer que eligió, la que ha compartido sus alegrías y sufrimientos, y cuya unión sólo la muerte puede separar.
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Todavía la evolución del hombre no es tan grande como para contemplar que dos seres se unen en nombre mío, sin haber sido unidos por un ministro. Pero ese tiempo vendrá y entonces no habrá duda en el hombre ni en la mujer cuando se encuentren, ellos conocerán la hora destinada por mí y sabrán prepararse para penetrar con firmeza y confianza en su unión matrimonial, y la sociedad no los juzgará mal por no haber sido sancionada por un ministro ante un altar.
LA UNIÓN DEL UNO CON LA OTRA SIGNIFICA PACTO CON EL CREADOR. El fruto de esa unión es el hijo, en el que se funde la sangre de sus padres, como prueba de que lo que una la voluntad de dos seres ante Dios, no podrá ser desatado en el mundo.
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Yo he puesto en el firmamento un manto azul para que bajo él constituyeseis vuestros nidos de amor, para ahí, alejados de las tentaciones y complicaciones del mundo vivieseis con la sencillez de las aves, porque en la sencillez y en la limpia oración, PUEDE SENTIRSE LA PAZ EN MI REINO.
Temas del Tercer Testamento, Ediciones el nuevo mensaje
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