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Algunas investigaciones en la Universidad de Yale, en Connecticut, sugieren que el optimismo puede alargar la existencia, tanto o más que otros factores del estilo de vida recomendados habitualmente por los médicos, como hacer ejercicio, no fumar, beber con moderación o mantener controlados el colesterol sanguíneo y la tensión arterial.
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El psicopedagogo Bernabé Tierno, en su libro "Optimismo vital" ha elaborado el retrato-robot de una persona que lleva el optimismo dentro, y a quien conviene imitar, si se quiere vivir más plenamente.
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Quienes reúnen las siguientes características, son más felices y capaces de poner “al mal tiempo buena cara”:
• Inteligencia y perseverancia
La persona que cultiva el optimismo vital mantiene la actitud de aguardar que le sucedan cosas buenas y gratificantes porque entiende que los acontecimientos positivos guardan relación con el esfuerzo y dedicación personales.
• Prefiere la constancia a la “buena suerte”
Tanto la adversidad como los “golpes de buena fortuna” son factores ajenos a la persona y que escapan a su control. Para alcanzar el éxito es preferible centrarse en valores como la tenacidad, el entusiasmo, el esfuerzo sostenido y la dedicación.
• Los infortunios son pasajeros
La persona optimista confía en poder superar las adversidades, en sacar lecciones de los golpes de la vida y en salir con más experiencia y felicidad e incluso reconfortada, de cualquier circunstancia adversa, incluso aunque sea crítica y extrema.
• Es preferible ser práctico y realista
Seguir un camino claramente definido, proponerse metas concretas, sencillas y asequibles, tener “los pies sobre la tierra” y conocer bien lo que se quiere conseguir, son otros “abonos” para el optimismo.
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• Vivir “aquí, hoy y ahora”
Hay que ser consciente de que el auténtico bienestar procede de las situaciones más corrientes que nos depara el día a día, y de vivir y disfrutar el presente, sin preocuparse del ayer ni del mañana.
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• Aceptar con calma lo que llega
Aprender a resistir y doblarse sin romperse, ante los traumas y desgracias, como sucede con el junco, que se inclina ante la fuerza del viento pero después vuelve a su posición inicial, es otra de las claves del optimismo vital. Para el optimista, las situaciones dramáticas le brindan una oportunidad de crecer y fortalecerse como persona.
Por: María Jesús Ribas
http://www.revistalaguia.com/articulo.php?edicion=103&id=1542
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