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El que hurtaba, que no hurte más, sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga que compartir con el que padece necesidad. (Efesios 4:28)
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No toméis lo ajeno; el que toma lo ajeno, tiene que restituir con dolor y con vergüenza; a nadie señalo, más quiero que cada quien tome de mi palabra la parte que corresponde: No os culparé ni os reclamaré de lo que hicisteis cuando dabais vuestros pasos entre tinieblas de ignorancia, de pequeñez y de materialidad; más ahora que tenéis conocimiento pleno de lo que es mi ley, si persistís en lo ilícito, en lo impuro, responderíais de vuestros hechos ante Dios, quien se manifestaría inexorable para vosotros, en vuestra misma conciencia.
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Los bienes son siempre bienes, más no todos los saben emplear; también debéis saber que no todo lo que muchos poseen se los he dado yo; los hay que tienen lo que de mí han recibido como compensación, así como existen otros que todo cuanto tienen lo han hurtado. La mayor prueba que los hombres pueden tener sobre vuestro cumplimiento en la vida, es la paz del espíritu, no la cantidad de monedas que poseáis.
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Veo que os arrebatáis el pan los unos a los otros; que los ambiciosos no pueden ver que los demás posean algo, porque todo lo quisieran para sí; que los fuertes se apoderan del pan de los débiles y éstos se concretan a ver comer y gozar a los poderosos. Entonces yo pregunto: ¿Cuál es el adelanto moral de esta humanidad?
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